Hoy quiero enseñaros una vez más otro proyecto de ganchillo terminado. Con esto y lo que publiqué la semana pasada quizás algunos penséis que he dejado de lado las agujas puntiagudas para unirme al bando de los ganchos jorobados. Pero nada más lejos de la realidad, sencillamente se ha dado la casualidad de que últimamente he terminado todos mis proyectos de ganchillo pendientes. Bueno, en realidad este de hoy lo terminé hace tiempo.
Esta chaqueta iba a ser mi proyecto de ganchillo de verano. Bueno, miento, mi proyecto de ganchillo de verano iba a ser esta camisetita, que cambié finalmente por la chaquetita de elfo, que pretendía llevarme de vacaciones porque las noches de agosto en la montaña son traicioneras... y que terminé de ganchillear a finales de septiembre. Pero lo terminé, a pesar de todo. ¡Y qué a tiempo, con este fresquiviris de otoño!
Mentiría si dijera que no estoy encantada de la vida con esta prenda. Me gusta todo, todo. La primera vez que me topé el patrón pensé que si la hubiera visto en una tienda me la hubiera probado, seguro, con intención de comprarla. Pensé que no estaba preparada para hacer tamaña obra de ganchillo y la puse en mi cola de proyectos futuros, pero no tardó el día en que pudieron más las ganas de hacerlo que el miedo de que saliera mal.
Por una vez en la vida, he acertado con la talla: ni demasiado grande, ni demasiado estrecha. Las mangas y la bajera un poco largas, quizás (y eso que paré antes de lo que decía el patrón), pero entre estas fotos y el estado actual ha habido un viajecillo por la lavadora que ha solucionado el problema la mar de bien, así que ahora no hay quejas.
La capucha sí, un poco friki, un poco de duende o de elfo (de ahí el nombre) pero es original y si a una no le gusta siempre le queda la opción de hacerla redondeada o de no hacerla.
La lana negra es King de ovillos.com ovillada triple. La lana granate es Berroco Vintage, una sorpresa muy grata. Os recomiendo con ahínco que la probéis, tiene una carta de colores muy extensa y un precio muy razonable porque lleva un 50% de fibras acrílicas peeeeeeeeeeeeero es tan suave y tan gustosa de tejer que si me llegan a decir que es lana 100%, me lo creería ciegamente. Además se puede poner en la lavadora sin problemas, lo cual SIEMPRE es una ventaja.
Sólo tiene un inconveniente y es que es una gran aspiradora de mierda. Ya sé que normalmente todas las burillas que hay por casa acaban enganchadas en nuestros tejidos (más aún las que convivimos con seres vivientes peludos), pero lo de esta lana es exagerado. Para muestra, esta foto después de un primer y muy escrupuloso lavado a mano (y de paso veis el detalle de la capucha, que a mí me encanta):
Este era el tercer proyecto de esta lana. La compré para tejerme un Vine Yoke Cardigan, que no llegó muy lejos. Luego la empleé para un Twenty-Ten que deshice cuando estaba punto de terminar. Finalmente le llegó el momento y creo que acerté. Desde luego a mí me gusta mucho cómo queda y el color lo encuentro precioso. En esta foto es como más se le acerca:
Un consejo para las que estéis pensando en hacerlo: yo hice la talla S para la cual pedía 5 ovillos de Cascade 220. La lana usada por mí era casi idéntica en cuanto a peso y metraje, sin embargo tuve que pedir un ovillo extra porque me faltó para toda una manga. La buena noticia es que no recuerdo qué manga es, lo que significa que las tintadas no han variado demasiado.
Y animaos, es más fácil de lo que parece, si habéis hecho un top-down a dos agujas, esto tiene prácticamente la misma estructura. ¡Yo creo que me lo voy a poner muchísimo!
Detalles aquí.
lunes, 29 de octubre de 2012
lunes, 22 de octubre de 2012
Una manta de grannys...
Tengo un superpoder: sólo me pongo enferma los fines de semana. Preferiblemente en puentes y vacaciones.
No es broma, siempre es lo mismo: el malestar empieza al poco de llegar a casa tras una jornada de trabajo de lo más normal, paso un par de días malamente (o varios, dependiendo de la duración de los días de fiesta) y el lunes por la mañana estoy como una rosa de pitiminí.
Por supuesto, el pasado puente, que tanto ansiaba, no fue una excepción. Yo me sentía divinamente, pero nada más llegar a casa empecé a notar los síntomas de un clásico y no poco conocido para mí catarro de otoño-invierno-primavera-verano.
Con tal percal a la vista, sabiendo que no podría aprovechar el puente de otra forma, tomé la determinación de que emplearía el tiempo de mi confinamiento en terminar, de una vez por todas, la manta de grannys que empecé en diciembre del año pasado.
Quizás recordéis este post donde explicaba el comienzo de mi aventura. Me dio una extraña locura y no podía parar de estar ganchilleando grannys todo el santo día, sin saber bien qué haría con todos ellos. Además, los ganchilleé mal, me equivoqué al hacer el primero y como soy la más lista y chula del mundo hice los siguientes de memoria, sin consultar de nuevo el tutorial y, por ende, también salieron mal. Pero no deshice, no, decidí que así también me gustaban y tiré p'alante.
Como es natural, la locura inicial se fue suavizando poco a poco, y disfruté de un período de ganchillear grannys tranquilo y apacible. Después de eso pasé por otro período en el que les añadí a todos un reborde en color negro y finalmente otro largo y tedioso período de rematar cabos (muchos, muchos cabos) y bloqueo, que terminó más o menos unos pocos días antes de que empezara el puente.
Tenía 48 grannys, pocos, la verdad, pero ya no me quedaba más lana y no iba a comprar más para un proyecto que había comenzado como una simple diversión, así que pensé que lo que saliera, saldría, y ya haría las cosas bien hechas en otra ocasión.
Empecé uniendo grannys siguiendo esta técnica que me recomendaron, pero no me gustaba cómo iba quedando. La manta comenzaba a parecer un churro deforme y, además, me llevaba demasiado tiempo y esfuerzo como para algo que tenía prisa por acabar y que, repito, estaba haciendo por pura diversión.
Finalmente opté por el camino fácil y no más elegante, lo reconozco, y los uní en single crochet (¿punto bajo?). El resultado, he de reconocer, me gusta bastante:
El problema ahora es que, como ya sospechaba, es que la manta o lo que quiera que sea esto, es demasiado pequeño como para que sirva de algo. No tapa ni cubre nada y además está llena, llenita de defectos y por eso ni se me pasaría por la cabeza regalársela a algún amigo con bebés (porque sólo podría servir de manta de bebés). Y qué narices, que con defectos y todo me gusta cómo es y no quiero desprenderme de ella.
De momento la tengo en la mesa del comedor tal que así:
Pero no me gusta demasiado cómo queda. ¿Alguna idea que no sea hacer más grannys y añadirlos?
Reconozco que ha habido algunos momentos de este proyecto que se me han hecho pesadísimos pero la verdad es que la experiencia, en general, me ha encantado. Realmente las mantas de grannys me parecen preciosias y en mi cabeza ya están hirviendo ideas para la próxima que teja, esta vez bien hecha desde el principio.
Detalles aquí.
No es broma, siempre es lo mismo: el malestar empieza al poco de llegar a casa tras una jornada de trabajo de lo más normal, paso un par de días malamente (o varios, dependiendo de la duración de los días de fiesta) y el lunes por la mañana estoy como una rosa de pitiminí.
Por supuesto, el pasado puente, que tanto ansiaba, no fue una excepción. Yo me sentía divinamente, pero nada más llegar a casa empecé a notar los síntomas de un clásico y no poco conocido para mí catarro de otoño-invierno-primavera-verano.
Con tal percal a la vista, sabiendo que no podría aprovechar el puente de otra forma, tomé la determinación de que emplearía el tiempo de mi confinamiento en terminar, de una vez por todas, la manta de grannys que empecé en diciembre del año pasado.
Quizás recordéis este post donde explicaba el comienzo de mi aventura. Me dio una extraña locura y no podía parar de estar ganchilleando grannys todo el santo día, sin saber bien qué haría con todos ellos. Además, los ganchilleé mal, me equivoqué al hacer el primero y como soy la más lista y chula del mundo hice los siguientes de memoria, sin consultar de nuevo el tutorial y, por ende, también salieron mal. Pero no deshice, no, decidí que así también me gustaban y tiré p'alante.
Como es natural, la locura inicial se fue suavizando poco a poco, y disfruté de un período de ganchillear grannys tranquilo y apacible. Después de eso pasé por otro período en el que les añadí a todos un reborde en color negro y finalmente otro largo y tedioso período de rematar cabos (muchos, muchos cabos) y bloqueo, que terminó más o menos unos pocos días antes de que empezara el puente.
Tenía 48 grannys, pocos, la verdad, pero ya no me quedaba más lana y no iba a comprar más para un proyecto que había comenzado como una simple diversión, así que pensé que lo que saliera, saldría, y ya haría las cosas bien hechas en otra ocasión.
Empecé uniendo grannys siguiendo esta técnica que me recomendaron, pero no me gustaba cómo iba quedando. La manta comenzaba a parecer un churro deforme y, además, me llevaba demasiado tiempo y esfuerzo como para algo que tenía prisa por acabar y que, repito, estaba haciendo por pura diversión.
Finalmente opté por el camino fácil y no más elegante, lo reconozco, y los uní en single crochet (¿punto bajo?). El resultado, he de reconocer, me gusta bastante:
El problema ahora es que, como ya sospechaba, es que la manta o lo que quiera que sea esto, es demasiado pequeño como para que sirva de algo. No tapa ni cubre nada y además está llena, llenita de defectos y por eso ni se me pasaría por la cabeza regalársela a algún amigo con bebés (porque sólo podría servir de manta de bebés). Y qué narices, que con defectos y todo me gusta cómo es y no quiero desprenderme de ella.
De momento la tengo en la mesa del comedor tal que así:
Pero no me gusta demasiado cómo queda. ¿Alguna idea que no sea hacer más grannys y añadirlos?
Reconozco que ha habido algunos momentos de este proyecto que se me han hecho pesadísimos pero la verdad es que la experiencia, en general, me ha encantado. Realmente las mantas de grannys me parecen preciosias y en mi cabeza ya están hirviendo ideas para la próxima que teja, esta vez bien hecha desde el principio.
Detalles aquí.
lunes, 15 de octubre de 2012
Purple Cloud
Feina feta no fa destorb.
Faena hecha no estorba.
Últimamente no dejo de escuchar esta frase aquí o allá y no podría estar más de acuerdo con ella. No hay nada mejor que la satisfactoria sensación que se tiene cuando terminas alguna tarea pendiente, sin prisas ni agobios, hasta respiras mejor.
Yo ya he actualizado mi metafórica agenda tejeril para priorizar los proyectos que me corre más prisa terminar (intercambios, regalos de Navidad etc.) y una de esas cosas "urgentes" era una chaquetita para la bebé de otra de mis compañeras de trabajo.
La niña nació allá por junio, pero entre la baja, las vacaciones y todo el rollo, hace un montón que no veo a la mamá. Se reincorporará oficialmente en noviembre, pero para entonces yo ya estaré preparada porque ya hace semanas que terminé el regalo que le quería hacer. ¡Qué gran sensación de tranquilidad!
Me ha encantado tejer esta chaqueta. No, no me ha encantado, me ha enganchado, no podía soltar las agujas. Estaba tan absorta en los puntos que, sin darme cuenta, me equivoqué. Entre calado y calado debería haber 5 vueltas de punto jersey, pero yo sólo hice 3. Me di cuenta al final, cuando vi que la chaqueta era notoriamente más pequeña de lo que debería, pero en lugar de deshacer hice una repetición más de calado y ale, a correr. Me salió bien el fallo, porque yo quería que quedara un poco más pequeña que la original, y entre las vueltas "fantasma" y que reduje bastante el número de aguja, conseguí mi objetivo.
La lana es una delicia, Abuelita Yarns 3 ply, merino orgánico, regalo de Sig en el último swap. Creo que ella esperaba que me tejiese unos calcetines, pero pensé que esa lana era perfecta para ese proyecto, y la verdad es que estoy contenta con el resultado. Lo único malo es que no he conseguido encontrar el color exacto con la cámara, se ve más azulado de lo que es en realidad, pero quizás en esta foto puede apreciarse un poco mejor:
Quizás reconozcáis el botón. Es de ese stand de la Creativa que tenía miles de millones de botones y te dejaban llevarte un vaso de plástico a rebosar por sólo dos euros. Jesusito de mi vida, ¡que vuelvan este año también!
Detalles, aquí.
Faena hecha no estorba.
Últimamente no dejo de escuchar esta frase aquí o allá y no podría estar más de acuerdo con ella. No hay nada mejor que la satisfactoria sensación que se tiene cuando terminas alguna tarea pendiente, sin prisas ni agobios, hasta respiras mejor.
Yo ya he actualizado mi metafórica agenda tejeril para priorizar los proyectos que me corre más prisa terminar (intercambios, regalos de Navidad etc.) y una de esas cosas "urgentes" era una chaquetita para la bebé de otra de mis compañeras de trabajo.
La niña nació allá por junio, pero entre la baja, las vacaciones y todo el rollo, hace un montón que no veo a la mamá. Se reincorporará oficialmente en noviembre, pero para entonces yo ya estaré preparada porque ya hace semanas que terminé el regalo que le quería hacer. ¡Qué gran sensación de tranquilidad!
Me ha encantado tejer esta chaqueta. No, no me ha encantado, me ha enganchado, no podía soltar las agujas. Estaba tan absorta en los puntos que, sin darme cuenta, me equivoqué. Entre calado y calado debería haber 5 vueltas de punto jersey, pero yo sólo hice 3. Me di cuenta al final, cuando vi que la chaqueta era notoriamente más pequeña de lo que debería, pero en lugar de deshacer hice una repetición más de calado y ale, a correr. Me salió bien el fallo, porque yo quería que quedara un poco más pequeña que la original, y entre las vueltas "fantasma" y que reduje bastante el número de aguja, conseguí mi objetivo.
La lana es una delicia, Abuelita Yarns 3 ply, merino orgánico, regalo de Sig en el último swap. Creo que ella esperaba que me tejiese unos calcetines, pero pensé que esa lana era perfecta para ese proyecto, y la verdad es que estoy contenta con el resultado. Lo único malo es que no he conseguido encontrar el color exacto con la cámara, se ve más azulado de lo que es en realidad, pero quizás en esta foto puede apreciarse un poco mejor:
Quizás reconozcáis el botón. Es de ese stand de la Creativa que tenía miles de millones de botones y te dejaban llevarte un vaso de plástico a rebosar por sólo dos euros. Jesusito de mi vida, ¡que vuelvan este año también!
Detalles, aquí.
lunes, 8 de octubre de 2012
Arc en ciel
Una compañera de trabajo está embarazada y no quiere saber si será niño o niña. Cuando, después de las vacaciones, le vi el barrigón que lucía (no nos había dicho nada antes) no pude esperarme y empecé a darle vueltas a la sesera al regalo perfecto para ese bebé que tiene que llegar.
Lo primero es que tenía que ser algo neutro pero, ¿qué es neutro? Neutro para mí engloba casi todos los colores y prendas, pero no es así para todo el mundo, así que no quise arriesgarme y escogí una chaquetita sencilla y el color más neutro que hay después del blanco: el crudo, el natural.
Pero era todo demasiado neutro, así que para darle vidilla copié vilmente una idea que había visto en otros proyectos y le puse unos botones de colorines.
Luego hice el brutal ejercicio de pensar por mí misma y le añadí un detallito con una lana de calcetines color arco iris que tenía en el stash. Ni pajolera idea que tengo de bordar, oigan, me lo inventé sobre la marcha, pero me quedó apañadito.
La elección del proyecto también fue una excusa para probar el algodón ecológico con el que lo tejí. Si tuviera que volver a utilizarlo para otra prenda quizás me lo pensaría un poco, porque aunque es muy bonito y agradable, el punto me ha quedado visiblemente bastante irregular. Vale, a eso también habrá influido el hecho de que no debí tejerlo bien, pero es que canta mucho. Y otra cosa curiosa es que el punto es las mangas (tejidas en circular) se ve notoriamente más regular y pequeño que el del cuerpo (tejido en plano).
Con esto llego a dos conclusiones: que el algodón es verdaderamente muy poco elástico y que no hay que fiarse de eso de "ya lo arreglaré cuando lo bloquee", y que es cierto lo que leí una vez de que es mejor tener un proyecto para cada momento del día, porque nunca te sale la misma tensión si estás viendo la tele, yendo en el tren o charlando con tus amigos, aunque sea la misma cosa.
En fin, aunque no os lo creáis, entregar algo con lo que estaba considerablemente insatisfecha me costó muchísimo, pero aún así lo hice y a la futura mamá le ha gustado mucho. Espero que el bebé lo disfrute también, el poco tiempo que pueda ponérselo.
Detalles aquí.
Lo primero es que tenía que ser algo neutro pero, ¿qué es neutro? Neutro para mí engloba casi todos los colores y prendas, pero no es así para todo el mundo, así que no quise arriesgarme y escogí una chaquetita sencilla y el color más neutro que hay después del blanco: el crudo, el natural.
Pero era todo demasiado neutro, así que para darle vidilla copié vilmente una idea que había visto en otros proyectos y le puse unos botones de colorines.
Luego hice el brutal ejercicio de pensar por mí misma y le añadí un detallito con una lana de calcetines color arco iris que tenía en el stash. Ni pajolera idea que tengo de bordar, oigan, me lo inventé sobre la marcha, pero me quedó apañadito.
La elección del proyecto también fue una excusa para probar el algodón ecológico con el que lo tejí. Si tuviera que volver a utilizarlo para otra prenda quizás me lo pensaría un poco, porque aunque es muy bonito y agradable, el punto me ha quedado visiblemente bastante irregular. Vale, a eso también habrá influido el hecho de que no debí tejerlo bien, pero es que canta mucho. Y otra cosa curiosa es que el punto es las mangas (tejidas en circular) se ve notoriamente más regular y pequeño que el del cuerpo (tejido en plano).
Con esto llego a dos conclusiones: que el algodón es verdaderamente muy poco elástico y que no hay que fiarse de eso de "ya lo arreglaré cuando lo bloquee", y que es cierto lo que leí una vez de que es mejor tener un proyecto para cada momento del día, porque nunca te sale la misma tensión si estás viendo la tele, yendo en el tren o charlando con tus amigos, aunque sea la misma cosa.
En fin, aunque no os lo creáis, entregar algo con lo que estaba considerablemente insatisfecha me costó muchísimo, pero aún así lo hice y a la futura mamá le ha gustado mucho. Espero que el bebé lo disfrute también, el poco tiempo que pueda ponérselo.
Detalles aquí.
lunes, 1 de octubre de 2012
Grandes fracasos tejeriles
A principios de agosto publiqué un post tirándome flores a mí misma y mostrándoos los proyectos tejeriles que, a mi juicio, han sido algunos de los grandes éxitos que he parido porque los he disfrutado y amortizado tanto a la hora de tejerlos como a la hora de llevarlos.
Pues bien, hoy os presento algo más jugoso e interesante: algunos de mis grandes fracasos. Dentro de esta categoría, voy a englobar proyectos deformes, infumables e iluminaciones divinas que tuve en algún momento y que terminaron en desastre irremediable, pero también proyectos bonitos que me llevaron muchas horas de trabajo y que al final han terminado arrinconados en un armario para no ver jamás la luz del sol (est, para mí, también es un fracaso). Esto va a ser largo, os aviso.
¡Saquemos a la luz esas vergüenzas!
Calcetines supercalentitos
Empecemos por la sección calcetines. ¿Alguna vez a alguien se le ha pasado por la cabeza que una lana de Ovillos.com que en realidad es casi todo acrílico podría encoger al lavar? No, ¿verdad? Ilusos...
Años atrás, en una excursión al almacén cuando todavía no había tienda, nos regalaron unas cuantas muestras y yo decidí que con lo mío me haría unos calcetines largos, gordos y calentitos para el invierno. Los tejí con mucha ilusión, adaptándolos a las formas de mi generosa pantorrilla y pensé, orgullosa, en el jaque mate que le había dado al frío invernal de las noches. Craso error. Tras la primera lavada ya no me pasaban del talón. ¿Cómo puede ser? ¡Rayos y centellas! ¡El acrílico de Ovillos.com encoje! ¡Y mucho! ¡Maldición!
Lo mejor de todo es que ahí siguen, en el cajón, esperando a que vuelvan a su tamaño original. Y lo mejorísimo de todo es que, de vez en cuando, me los sigo probando para ver si ha ocurrido el milagro. Ay, millones de años de evolución para esto...
Skew
¡Cómo me gustaron estos calcetines cuando los vi por primera vez! Los encontré tan originales y divertidos que fue casi imposible no empezarlos de inmediato. Además tenía en el stash una lana que yo consideraba perfecta para ellos, cosa que sólo ocurre en un 1% de las ocasiones, y tenía que aprovecharlo.
En honor a la verdad, lo pasé bien tejiéndolos. Lo malo fue que no sé qué cálculos endemoniados hice, que me quedaron más largos de lo normal por la parte del pie y, al ser la puntita tan estrecha, me quedan como unas botitas de elfo (no se aprecia bien en la foto, pero es así).
La cosa empeoró, de nuevo, después de la primera lavada, puesto que aunque en la etiqueta ponía que la lana podía meterse en la lavadora, ésta perdió los colores de una forma asombrosa, quedando todos terriblemente apagados, casi blancos. Y, por si fuera poco, el efecto elfo se acentuó. No obstante todos eso, me los pongo de vez en cuando. Nunca recuerdo cuál es el que va la derecha y cuál a la izquierda, pero me los pongo.
Odessa
El primer proyecto de la categoría gorros lo ocupa éste tan bonito que, a simple vista, no parece tener nada de malo. Y no tenía. Cierto día lo puse a lavar en la lavadora con todo mi cariño y cuidado (dentro de una bolsita protectora), pero el miembro de mi familia que tendió la ropa ese día decidió colgarlo con una pinza por un extremo y os podéis imaginar lo que pasó: con el peso del agua aquello creció y creció ya punto estuve de hacerle un agujero en la punta para llevarlo como falda. No tuvo arreglo.
Lo mejor de esta historia es que ese miembro de mi familia (que no diré quién fue por respeto a su persona) que colgó mi gorro de un extremo, fue precisamente el que me enseñó que las prendas de punto NO se pueden colgar en el tendedero porque quintuplican su tamaño. Ironías de la vida.
Por cierto, le he perdido totalmente la pista. Una pena, con lo que me gustó tejerlo.
Porompompero
Este proyecto os lo enseñé hace poco. Empezábamos mal con el ridículo nombre, así que aquello no podía tener un buen final. Quizás recordéis que al principio de tejerlo alguien me decía "albis, eso te va a quedar grande" y yo ignoré sus consejos de sabia tejedora. Por supuesto, me quedó grande. Enorme. Descomunal. Épico. Ahí sigue, esperando a que le remate los hilos. Que espere, que espere...
Mi primera bufanda
Esto no me gusta considerarlo un desastre porque fue mi primera pieza tejida y todo se perdona, pero lo cierto es que la hice mal y así aprovecho para enseñárosla, que nunca lo he hecho.
Con esta bufanda pasaron varias cosas:
- La primera fue que fue el primer proyecto que tuve que deshacer (me deshicieron), aunque en contra de mi voluntad. La señora de la casa de lanas decidió sin consultarme que estaba usando unas agujas muy pequeñas (de 7 mm) y me arrancó al pequeño vástago de mis manos que tanto esfuerzo me estaba costando sacar adelante, para deshacerlo sin piedad ante mis atónitos ojos y montarme de nuevo los puntos en unas agujas de 8 mm. A hacer punto bobo fue lo único que me enseñó, esa bruja.
- Empecé con una lana color curdo con destellos amarillos y fucsias, pero luego recordé que ya tenía una bufanda hecha a mano de ese mismo color, pero decidí no deshacer y seguir con otra lana, de ahí ese extraño festival de rayas, que pega muy bien con mi sentido de lo hortera.
- Cuando llevaba unas 15 o 20 vueltas me salté un punto sin tejer pero no lo vi hasta más adelante. Al principio quise ignorarlo, pero se me clavaba la mirada en ese punto, así que volví a deshacer para arreglarlo. Lo buenísimo de esto es que yo no entendía qué pasaba y no sé cómo me lo monté, pero cuando llegaba a la fila con el punto sin pasar en cuestión, deshacía pero haciendo que en la fila siguiente hubiera otro punto sin tejer y así durante 5 o 6 vueltas. Me enfadé con el mundo, estuve 3 semanas sin tejer y lo primero que aprendí en mi siguiente proyecto fue a recoger puntos perdidos.
- A mitad de la bufanda se me cruzaron los cables y, sin darme cuenta, giré la bufanda de manera que seguí tejiendo la parte de delante por lo que había estado siendo el revés, y viceversa. No se ve en la foto porque hice trampa al colocarla, jeje.
- Gracias a mis genialísimas ideas sobre la simetría de rayas logré que la bufanda midiera más de dos metros y medio. Lo juro. El primer día que me la puse por la calle casi me ahogo, lo juro otra vez, pero ahora he aprendido a convivir con ella y en esos días de invierno que estoy un poco resfriada me calienta un montón.
Honeybee
Bonito, ¿verdad? Fue mi primer y más cansino proyecto con calados. Con muchos calados, como veis. Con lana muy fina y en color negro, para más inri. Y encima era una estola, que es mucho más pesada y larga de tejer.
Todo un trabajo de chinos, la verdad, hecho a petición de mi querida y santa madre cuyos deseos son órdenes para mí. Pero ¿sabéis qué? No se lo ha puesto no una sola puñetera vez en su vida y ya hace dos años y medio que se lo regalé. Esto, para mí, es una auténtica hecatombe. Que no ha encontrado una ocasión suficientemente especial para estrenarlo, dice, la muy huevona. Pues mami, que sé que leerás esto, en enero tenemos una cita muy especial, así que como no te vea yo con el chal puesto te juro que ya no tienes hija. He dicho.
Sylvi
Y empezamos con mi querida sección con mayor número de fracasos, la de piezas-para-la-parte-de-arriba-de-tu-cuerpo, con una chaqueta muy especial para mí: el Sylvi.
No me abucheéis, sé que es muy bonita y no tengo derecho a ponerla a parir, pero su caso es muy parecido al de arriba. Sencillamente, no me la he puesto jamás, y por eso ha fracasado en la vida como abrigo. Cuando la gente me lo pregunta y se lo digo, se quedan muy sorprendidos pero, ¿qué esperabais? Esa chaqueta pesa como un jodido muerto. Y me costó demasiado tejerla como para que ahora se me enganche de una punta en cualquiera de las trampas mortales que hay por la calle.
Sinceramente, creo que la he mitificado y acabaré por no ponérmela nunca. La tengo que lavar porque huele un poco a humedad, pero me da tremenda pereza, y aunque lo haga, creo que seguirá durmiendo en el armario por todos los jamás de los jamases, amén. Una pena. Un fracaso.
Jersey Pacman
Dioses, este proyecto me encanta. Fue el primer jersey que tejí, y fue para mi querido novio, por supuesto. ¿O acaso pensáis que me haría la primera chapuza de jersey para mí misma? No, no, tenía que experimentar con otras personas.
El patrón era de una revista Katia. Un jersey normal y corriente, tejido en plano y cosido a posteriori. Lo que tiene ser autodidacta es que nadie te explica las cosas. Lo que tiene ser un poco cortita es que no entiendes cómo funcionan las cosas. Y lo que tiene ser bastante lerda es que, en lugar de creer que la que está haciendo mal las cosas eres tú misma, lo que pasa es que los de la revista se han equivocado.
Me explico: al llegar el momento de coser las sisas no entendía el funcionamiento de las mismas, ni por qué había estado menguando puntos ni cómo carajo se unía ese puzzle de mangas con ese puzzle de cuerpo. Me decía a mí misma que eso no podía ser así, que qué manera tan rara era esa de hacer una manga, que la revista estaba mal, fijo, pero que yo, con mi primer jersey, era mucho más lista que el patrón de una revista escrito por una señora que lleva toda su vida tejiendo. ¿Qué hice? Pues deshacer toda la sisa de la manga y hacerla totalmente recta. Con un par. No sé cómo la cosí, pero la cosí, y ahora mi novio va tan encorvado y jorobado como el pobre Pozí, porque le apretan las costuras, obviamente. Pero se lo pone, por supuesto. Por la cuenta que le trae.
Textured Tunic
Era el jersy perfecto. La lana era perfecta, con el grosor perfecto y, por supuesto, el color perfecto. Una delicatessen de Rowan, mi pasta que me costó.
¿El problema? Me quedó grande. ¿Y qué hace la menda? ¿Deshacer? Noooooo! ¿Para qué deshacer y darle otra oportunidad al proyecto si puedes meterlo en la lavadora y estropearlo del todo, como dios manda?
Mi asociación de ideas fue brillante, simplemente. En la etiqueta decía bien claro que no se podía poner en la lavadora, pero yo pensé: "esto es Rowan Felted Tweed, ¿no? Si es Felted es porque está un poco afieltrada, ¿no? Entonces no pasa nada si lo pongo en la lavadora, no se va a afieltrar más".
Y por supuesto que se afieltró más, ya lo creo, Quedó pequeñiiiiiiiiito y compacto. Me entra, sí, pero parezco el muñeco de Michelin. Se me llevaron los demonios cuando lo vi, pero me estuvo bien empleado, por gilipollas. Y, encima, ese color tan bonito está mucho más que descatalogado, así que jamás podré tejerme otro jersey igual.
Pero lo guardo, eh, no creáis, ocupa un espacio muy valioso en mi armario. Si se acaba el mundo en 2012 y nos quedamos sin alimentos me lo pondré antes de morir de desnutrición. Muerta, sí, oigan, pero con mi jerseicito de Rowan.
Idlewood
Otro desastre de jersey, para no variar. Y otra vez me quedó grande. En realidad, lo que me quedó más grande fue ese cuello, enormemente grande. Aunque no lo creáis, repetí la gran hazaña que hice con mi Textured y lo metí en la lavadora con más cuidado, eso sí, y con un programa especial.
Logré que el jersey se encogiera lo suficiente como para que estuviera bien, sólo el cuerpo. Porque ese cuello... ese cuello... sólo diré una cosa, de ese maldito cuello: podría ponérmelo alrededor del cuerpo y bajar haciendo carreras de sacos hasta la parada del autobús. Queda claro, ¿no? Pues eso.
Gato extraterrestre
Esta es mi gran obra maestra de las proezas tejeriles. Jamás lo he sacado a la luz... hasta ahora.
Hacía muy poco que tejía y quise hacer un muñeco. Tenía una lana de ovillos.com llamada "Peluche", así que pensé: "obvio, ¿no? usaré la lana Peluche para hacer un peluche, da igual que sea azul, si se llama Peluche es porque con ella se hacen peluches, y yo haré un gato azul peluche".
Y el peluche en si no salió mal del todo, pero a la hora de rellenarlo yo no tenía nada así que le puse, tachán, bolitas de algodón. Y ni siquiera lo rellené bien, lo dejé medio deshinchado, el pobre, que se le caía la cabeza y todo, angelito, pero cómo iba yo a desperdiciar mi tiempo en acabr de rellenar al pobre animal. Tamaño desastre no me animó demasiado y decidí rematar la jugada bordándole malamente unos ojos bizcos con hilo de los chinos de color rosa y cosiéndole un botón como nariz. Los bigotes también rosas fueron la guinda sobre ese alucinante pastel.
Lo dicho: una gran obra maestra. Admírenla:
Y eso es más o menos casi todo, amigos, de momento. Porque desastres, queridos, seguirá habiendo y habrá, espero, por muchos años más.
Si os habéis leído todo este tochazo, muchas gracias, espero que esto por lo menos os haya servido para no cometer los mismo errores que he cometido y que, seguro, cometeré otra vez. Porque una tejedora es el único animal que tropieza dos veces con el mismo error. Y tres, y cuatro, y cinco...
Pues bien, hoy os presento algo más jugoso e interesante: algunos de mis grandes fracasos. Dentro de esta categoría, voy a englobar proyectos deformes, infumables e iluminaciones divinas que tuve en algún momento y que terminaron en desastre irremediable, pero también proyectos bonitos que me llevaron muchas horas de trabajo y que al final han terminado arrinconados en un armario para no ver jamás la luz del sol (est, para mí, también es un fracaso). Esto va a ser largo, os aviso.
¡Saquemos a la luz esas vergüenzas!
Calcetines supercalentitos
Empecemos por la sección calcetines. ¿Alguna vez a alguien se le ha pasado por la cabeza que una lana de Ovillos.com que en realidad es casi todo acrílico podría encoger al lavar? No, ¿verdad? Ilusos...
Años atrás, en una excursión al almacén cuando todavía no había tienda, nos regalaron unas cuantas muestras y yo decidí que con lo mío me haría unos calcetines largos, gordos y calentitos para el invierno. Los tejí con mucha ilusión, adaptándolos a las formas de mi generosa pantorrilla y pensé, orgullosa, en el jaque mate que le había dado al frío invernal de las noches. Craso error. Tras la primera lavada ya no me pasaban del talón. ¿Cómo puede ser? ¡Rayos y centellas! ¡El acrílico de Ovillos.com encoje! ¡Y mucho! ¡Maldición!
Lo mejor de todo es que ahí siguen, en el cajón, esperando a que vuelvan a su tamaño original. Y lo mejorísimo de todo es que, de vez en cuando, me los sigo probando para ver si ha ocurrido el milagro. Ay, millones de años de evolución para esto...
Skew
¡Cómo me gustaron estos calcetines cuando los vi por primera vez! Los encontré tan originales y divertidos que fue casi imposible no empezarlos de inmediato. Además tenía en el stash una lana que yo consideraba perfecta para ellos, cosa que sólo ocurre en un 1% de las ocasiones, y tenía que aprovecharlo.
En honor a la verdad, lo pasé bien tejiéndolos. Lo malo fue que no sé qué cálculos endemoniados hice, que me quedaron más largos de lo normal por la parte del pie y, al ser la puntita tan estrecha, me quedan como unas botitas de elfo (no se aprecia bien en la foto, pero es así).
La cosa empeoró, de nuevo, después de la primera lavada, puesto que aunque en la etiqueta ponía que la lana podía meterse en la lavadora, ésta perdió los colores de una forma asombrosa, quedando todos terriblemente apagados, casi blancos. Y, por si fuera poco, el efecto elfo se acentuó. No obstante todos eso, me los pongo de vez en cuando. Nunca recuerdo cuál es el que va la derecha y cuál a la izquierda, pero me los pongo.
Odessa
El primer proyecto de la categoría gorros lo ocupa éste tan bonito que, a simple vista, no parece tener nada de malo. Y no tenía. Cierto día lo puse a lavar en la lavadora con todo mi cariño y cuidado (dentro de una bolsita protectora), pero el miembro de mi familia que tendió la ropa ese día decidió colgarlo con una pinza por un extremo y os podéis imaginar lo que pasó: con el peso del agua aquello creció y creció ya punto estuve de hacerle un agujero en la punta para llevarlo como falda. No tuvo arreglo.
Lo mejor de esta historia es que ese miembro de mi familia (que no diré quién fue por respeto a su persona) que colgó mi gorro de un extremo, fue precisamente el que me enseñó que las prendas de punto NO se pueden colgar en el tendedero porque quintuplican su tamaño. Ironías de la vida.
Por cierto, le he perdido totalmente la pista. Una pena, con lo que me gustó tejerlo.
Porompompero
Este proyecto os lo enseñé hace poco. Empezábamos mal con el ridículo nombre, así que aquello no podía tener un buen final. Quizás recordéis que al principio de tejerlo alguien me decía "albis, eso te va a quedar grande" y yo ignoré sus consejos de sabia tejedora. Por supuesto, me quedó grande. Enorme. Descomunal. Épico. Ahí sigue, esperando a que le remate los hilos. Que espere, que espere...
Mi primera bufanda
Esto no me gusta considerarlo un desastre porque fue mi primera pieza tejida y todo se perdona, pero lo cierto es que la hice mal y así aprovecho para enseñárosla, que nunca lo he hecho.
Con esta bufanda pasaron varias cosas:
- La primera fue que fue el primer proyecto que tuve que deshacer (me deshicieron), aunque en contra de mi voluntad. La señora de la casa de lanas decidió sin consultarme que estaba usando unas agujas muy pequeñas (de 7 mm) y me arrancó al pequeño vástago de mis manos que tanto esfuerzo me estaba costando sacar adelante, para deshacerlo sin piedad ante mis atónitos ojos y montarme de nuevo los puntos en unas agujas de 8 mm. A hacer punto bobo fue lo único que me enseñó, esa bruja.
- Empecé con una lana color curdo con destellos amarillos y fucsias, pero luego recordé que ya tenía una bufanda hecha a mano de ese mismo color, pero decidí no deshacer y seguir con otra lana, de ahí ese extraño festival de rayas, que pega muy bien con mi sentido de lo hortera.
- Cuando llevaba unas 15 o 20 vueltas me salté un punto sin tejer pero no lo vi hasta más adelante. Al principio quise ignorarlo, pero se me clavaba la mirada en ese punto, así que volví a deshacer para arreglarlo. Lo buenísimo de esto es que yo no entendía qué pasaba y no sé cómo me lo monté, pero cuando llegaba a la fila con el punto sin pasar en cuestión, deshacía pero haciendo que en la fila siguiente hubiera otro punto sin tejer y así durante 5 o 6 vueltas. Me enfadé con el mundo, estuve 3 semanas sin tejer y lo primero que aprendí en mi siguiente proyecto fue a recoger puntos perdidos.
- A mitad de la bufanda se me cruzaron los cables y, sin darme cuenta, giré la bufanda de manera que seguí tejiendo la parte de delante por lo que había estado siendo el revés, y viceversa. No se ve en la foto porque hice trampa al colocarla, jeje.
- Gracias a mis genialísimas ideas sobre la simetría de rayas logré que la bufanda midiera más de dos metros y medio. Lo juro. El primer día que me la puse por la calle casi me ahogo, lo juro otra vez, pero ahora he aprendido a convivir con ella y en esos días de invierno que estoy un poco resfriada me calienta un montón.
Honeybee
Bonito, ¿verdad? Fue mi primer y más cansino proyecto con calados. Con muchos calados, como veis. Con lana muy fina y en color negro, para más inri. Y encima era una estola, que es mucho más pesada y larga de tejer.
Todo un trabajo de chinos, la verdad, hecho a petición de mi querida y santa madre cuyos deseos son órdenes para mí. Pero ¿sabéis qué? No se lo ha puesto no una sola puñetera vez en su vida y ya hace dos años y medio que se lo regalé. Esto, para mí, es una auténtica hecatombe. Que no ha encontrado una ocasión suficientemente especial para estrenarlo, dice, la muy huevona. Pues mami, que sé que leerás esto, en enero tenemos una cita muy especial, así que como no te vea yo con el chal puesto te juro que ya no tienes hija. He dicho.
Sylvi
Y empezamos con mi querida sección con mayor número de fracasos, la de piezas-para-la-parte-de-arriba-de-tu-cuerpo, con una chaqueta muy especial para mí: el Sylvi.
No me abucheéis, sé que es muy bonita y no tengo derecho a ponerla a parir, pero su caso es muy parecido al de arriba. Sencillamente, no me la he puesto jamás, y por eso ha fracasado en la vida como abrigo. Cuando la gente me lo pregunta y se lo digo, se quedan muy sorprendidos pero, ¿qué esperabais? Esa chaqueta pesa como un jodido muerto. Y me costó demasiado tejerla como para que ahora se me enganche de una punta en cualquiera de las trampas mortales que hay por la calle.
Sinceramente, creo que la he mitificado y acabaré por no ponérmela nunca. La tengo que lavar porque huele un poco a humedad, pero me da tremenda pereza, y aunque lo haga, creo que seguirá durmiendo en el armario por todos los jamás de los jamases, amén. Una pena. Un fracaso.
Jersey Pacman
Dioses, este proyecto me encanta. Fue el primer jersey que tejí, y fue para mi querido novio, por supuesto. ¿O acaso pensáis que me haría la primera chapuza de jersey para mí misma? No, no, tenía que experimentar con otras personas.
El patrón era de una revista Katia. Un jersey normal y corriente, tejido en plano y cosido a posteriori. Lo que tiene ser autodidacta es que nadie te explica las cosas. Lo que tiene ser un poco cortita es que no entiendes cómo funcionan las cosas. Y lo que tiene ser bastante lerda es que, en lugar de creer que la que está haciendo mal las cosas eres tú misma, lo que pasa es que los de la revista se han equivocado.
Me explico: al llegar el momento de coser las sisas no entendía el funcionamiento de las mismas, ni por qué había estado menguando puntos ni cómo carajo se unía ese puzzle de mangas con ese puzzle de cuerpo. Me decía a mí misma que eso no podía ser así, que qué manera tan rara era esa de hacer una manga, que la revista estaba mal, fijo, pero que yo, con mi primer jersey, era mucho más lista que el patrón de una revista escrito por una señora que lleva toda su vida tejiendo. ¿Qué hice? Pues deshacer toda la sisa de la manga y hacerla totalmente recta. Con un par. No sé cómo la cosí, pero la cosí, y ahora mi novio va tan encorvado y jorobado como el pobre Pozí, porque le apretan las costuras, obviamente. Pero se lo pone, por supuesto. Por la cuenta que le trae.
Textured Tunic
Era el jersy perfecto. La lana era perfecta, con el grosor perfecto y, por supuesto, el color perfecto. Una delicatessen de Rowan, mi pasta que me costó.
¿El problema? Me quedó grande. ¿Y qué hace la menda? ¿Deshacer? Noooooo! ¿Para qué deshacer y darle otra oportunidad al proyecto si puedes meterlo en la lavadora y estropearlo del todo, como dios manda?
Mi asociación de ideas fue brillante, simplemente. En la etiqueta decía bien claro que no se podía poner en la lavadora, pero yo pensé: "esto es Rowan Felted Tweed, ¿no? Si es Felted es porque está un poco afieltrada, ¿no? Entonces no pasa nada si lo pongo en la lavadora, no se va a afieltrar más".
Y por supuesto que se afieltró más, ya lo creo, Quedó pequeñiiiiiiiiito y compacto. Me entra, sí, pero parezco el muñeco de Michelin. Se me llevaron los demonios cuando lo vi, pero me estuvo bien empleado, por gilipollas. Y, encima, ese color tan bonito está mucho más que descatalogado, así que jamás podré tejerme otro jersey igual.
Pero lo guardo, eh, no creáis, ocupa un espacio muy valioso en mi armario. Si se acaba el mundo en 2012 y nos quedamos sin alimentos me lo pondré antes de morir de desnutrición. Muerta, sí, oigan, pero con mi jerseicito de Rowan.
Idlewood
Otro desastre de jersey, para no variar. Y otra vez me quedó grande. En realidad, lo que me quedó más grande fue ese cuello, enormemente grande. Aunque no lo creáis, repetí la gran hazaña que hice con mi Textured y lo metí en la lavadora con más cuidado, eso sí, y con un programa especial.
Logré que el jersey se encogiera lo suficiente como para que estuviera bien, sólo el cuerpo. Porque ese cuello... ese cuello... sólo diré una cosa, de ese maldito cuello: podría ponérmelo alrededor del cuerpo y bajar haciendo carreras de sacos hasta la parada del autobús. Queda claro, ¿no? Pues eso.
Gato extraterrestre
Esta es mi gran obra maestra de las proezas tejeriles. Jamás lo he sacado a la luz... hasta ahora.
Hacía muy poco que tejía y quise hacer un muñeco. Tenía una lana de ovillos.com llamada "Peluche", así que pensé: "obvio, ¿no? usaré la lana Peluche para hacer un peluche, da igual que sea azul, si se llama Peluche es porque con ella se hacen peluches, y yo haré un gato azul peluche".
Y el peluche en si no salió mal del todo, pero a la hora de rellenarlo yo no tenía nada así que le puse, tachán, bolitas de algodón. Y ni siquiera lo rellené bien, lo dejé medio deshinchado, el pobre, que se le caía la cabeza y todo, angelito, pero cómo iba yo a desperdiciar mi tiempo en acabr de rellenar al pobre animal. Tamaño desastre no me animó demasiado y decidí rematar la jugada bordándole malamente unos ojos bizcos con hilo de los chinos de color rosa y cosiéndole un botón como nariz. Los bigotes también rosas fueron la guinda sobre ese alucinante pastel.
Lo dicho: una gran obra maestra. Admírenla:
Y eso es más o menos casi todo, amigos, de momento. Porque desastres, queridos, seguirá habiendo y habrá, espero, por muchos años más.
Si os habéis leído todo este tochazo, muchas gracias, espero que esto por lo menos os haya servido para no cometer los mismo errores que he cometido y que, seguro, cometeré otra vez. Porque una tejedora es el único animal que tropieza dos veces con el mismo error. Y tres, y cuatro, y cinco...
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