Aprendiendo a hilar

Después de algunas semanas de convivencia, mi Sonata y yo empezamos a conocernos. Al principio fue muy difícil, no nos entendíamos de ninguna de las maneras y yo me sentía muy frustrada, no me salía el hilado y, aunque practicaba y practicaba, apenas prosperaba.

Pero no hay mal que cien años dure. Hace un par de semanas me llevé la rueca a All You Knit Is Love y ahí tuve la ocasión de recibir una pequeña pero intensa instrucción que fue lo que me ayudó definitivamente a hacer las paces con ella. Allí, Jennifer y Marga me enseñaron cuatro cosas que no sabía y que me hacían equivocarme una y otra vez. Tampoco pude haber aprendido sin la ayuda de Araceli pues, en mi infinita inteligencia, me dejé en casa unas piezas que sirven para que la rueca se mantenga recta y la pobre chica me la estuvo aguantando un buen rato para que yo pudiera practicar.

En fin, después de aquella tarde las cosas cambiaron radicalmente y, poco a poco, cada vez lo voy haciendo mejor. Con estas fotos se ve perfectamente la evolución que voy haciendo con el paso de los días. Vale más una imagen (o cinco) que mil palabras.











Como véis, todavía es muy imperfecto e irregular y me queda muchísimo por aprender, pero cada día mejoro un poco más y, lo que es más importante, con mi nuevo juguete disfruto como una niña pequeña.

Estoy muy contenta.