O de cómo de una anécdota tejeril se convierte en un relato que no hacía falta que fuera tan largo.
O bien está lo que bien acaba.
Éste sencillo gorro (que no se aprecia en todo su esplendor) lo realicé a petición expresa de mi amigo Curnechu, aunque la que lo luce en la foto es la menda.
Cuando me decidí por el patrón que quería hacer, no tuve ninguna duda de que la lana escogida sería mi querida, queridísima, Katia Merino Sport: suave, esponjosa, flexible, superwash y barata.
Al terminarlo me dispuse a lavarlo a mano (por ser su primera vez) y no salí de mi asombro al ver como, tal cual lo puse en el agua, empezó a adquirir proporciones bíblicas. Al mal tiempo, buena cara, así que me resigné ante mi fracaso, bauticé el elemento como El gorro que quería ser manta y lo desterré a un rincón de mi habotación con el propósito de hacer algo con eso algún día.
Una semana más tarde me da por rescatarlo y, cuál es mi sopresa cuando, al volvérmelo a probar, compruebo que ha vuelto a su forma original. No me preguntéis porqué, pero así es.
El pobre gorrito ya no quiere ser manta, ahora es un Miracle Hat.
això podria ser el "milagro de san merino"
ResponderEliminarme n'alegro molt guapa!
xDD boníssim i això que la lana no quiere agua juasjuas
ResponderEliminarBrillant, albis, brillant :D
ResponderEliminarJeje, molt bona la història!!! I el gorro t'ha quedat super bé!!!!
ResponderEliminarUf...al començar a llegir la història m'han vingut a la ment (amb pànic) el jersei del teu pare i el que s'ha fet la Belén amb aquesta llana! sort que hi ha segona part!!!
ResponderEliminarhola guapa!! necessito el teu mail per parlar de l'excursió... el meu el trobaràs al meu perfil de blogger.
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