Una semana en la Costa Brava

Este año han tocado vacaciones prematuras, tranquilitas y económicas, pues la cosa no está tampoco como para tirar cohetes. De todas maneras, con poco dinero pero mucha inspiración y ganas de disfrutar, las vacaciones más simples y humildes pueden ser maravillosas.

Nos decidimos por la Costa Brava y, a pesar de la fuerte Tramuntana, fue una decisión muy acertada. No entraré en detalles, pero digamos que, tras una serie de desafortunados incidentes, el Karma nos compensó con un precioso apartamento por menos de la mitad de su precio habitual, en una urbanización muy cercana al pueblo de Llançà.


La zona era muy bonita y, por ser aún fechas bastante tempranas, todavía no estaba demasiado invadida de turistas, así que pudimos disfrutar de tranquilos paseos por el pueblo y la playa.




Ah, las terracitas del puerto al atardecer, uno de los mayores placeres que nos brinda la mejor estación del año.
También aprovechamos para hacer pequeñas excursiones a los pueblos de alrededor. Me gustaría destacar especialmente la visita que hicimos a la Casa Museu Dalí, en Portlligat. Es algo más pequeña de lo que nos podemos imaginar como la casa de alguien con dinero, pero muy bonita y curiosa de ver. Las fotos que os pongo son sólo una pequeña pincelada e insisto en que es una visita que vale la pena hacer.

Parte de su taller:


Unas vistas espectaculares que te inundan de inspiración:


Y los exteriores, como no, tan originales y excéntricos como sólo pudo salir de la cabeza del artista:



También hicimos una pequeña gran escapada a la ciudad francesa de Toulouse. Ya estuvimos ahí hace un par de años y nos apetecía pasear otra vez por sus calles. Descubrimos un restaurante indio muy escondido donde comimos divinamente y muy barato, aunque lo que realmente nos cautivó fue su increíble ambientación. Era realmente hermoso, fue una lástima que no pudiéramos hacerle muchas fotos.


Pero debo confesar que el motivo principal por el que nos fuimos a Toulouse fue cosa mía y de mi especial interés por visitar cierta tienda...

Pues sí, fui casi expresamente para poder deleitarme entre los coloridos ovillos y esponjosas madejas de esta tienda que sólo se encuentra en Francia y Japón. Y no salí con las manos vacías, por supuesto, pero tuve que reprimirme mucho muchísimo, pues La Droguerie no es una marca precisamente barata.


En fin, ha sido una semana maravillosa y siempre es muy triste regresar a casa y al barullo de la ciudad. Pero al fin y al cabo el verano sólo acaba de comenzar y todavía quedan muchos días de playa, muchas excursiones por la montaña y alguna que otra escapadita más.

¡ADORO EL VERANO!