Ha-Ha-Haruni

Había una vez un grupo de inquietas tejedoras de diferentes puntos del mapa que decidieron tejer juntas el mismo precioso chal. Empezaron el mismo día, a la misma hora y algunas hasta en el mismo lugar. La mayoría de ellas lo terminaron a los dos meses y entonces hubo docenas de fotografías, palabras hermosas, jolgorios varios y hasta suculentos premios.

Pero había una holgazana tejedora que decidió proceder como siempre hacía: tejer una semana, abandonar el proyecto y terminarlo en otra semana seis meses después, cuando toda fiesta y follón parecía ya que formaban parte de la prehistoria.

Los dioses tuvieron clemencia, aunque ella no lo merecía, y le brindaron una extraña primavera en la que las bajas temperaturas se alargaron más de lo normal. Pero nuestra vaga tejedora tuvo pereza hasta de sacar y desenrollar el chal de la bolsita donde lo guardaba, así que el calor llegó por fin, como era inevitable, y la hermosa prenda quedóse relegada en un rincón, sin estrenar, probablemente y como mínimo hasta el siguiente invierno, que todavía está por llegar.

La tejedora no aprendió nada de nada y siguió empezando proyectos, tejiéndolos unos días, y dejándolos abandonados para terminarlos varios eones después.

Fin.

No me canso del calado de la punta de este chal...

Apéndice:
Sentíase apenada la holgazana, quien os habla, por estar ya descatalogada la lana con la que trabajó. Se trataba de Basel, de Greta and the Fibers, una combinación de lana, seda y bambú algo extraña para el tacto pero con un maravilloso resultado después del bloqueo que es difícil de creer. Por cierto, el color que usó fue teñido especialmente por y para ella y bautizada en honor a su nombre.

El color y el efecto se aprecian bastante bien en esta foto

Detalles aquí.